martes, 3 de enero de 2012

El eco de la fría tormenta me acerca más a tu recuerdo.


El eco de la fría tormenta me acerca más a tu recuerdo.

La noche ya me envuelve de nuevo, con su niebla de fantasmas y humedad sacra.

Ni siquiera en la oscuridad de mi celda, la luz de tu rostro desaparece.

Las gotas de la lluvia se deslizan por el vidrio de una ventana cercana. Me recuerdan besos ignotos, suaves, puerta de Ishtar inalcanzable.

Vivir tu memoria mantiene la débil llama de mi espíritu, en este cuerpo doblegado por el sufrimiento de la separación.

Eres mi cántaro de aguamiel a mis labios, y mis penas desaparecen en esta mazmorra de sal.

Dama del mar estrellado, rememora cuando nos conocimos, cuando yo era un ser libre, cuando la vida era simple, cuando tus palabras quebraron mi mundo como un rayo cegador.

Vuelve a mi, bello ser. Dame tu agua de flores marinas y apaga las brasas que incineran lo poco que queda de mi yo.

Roza mi casi extinto cuerpo con tu mano de Afrodita, y llévame en mi último aliento a la tierra sin nombre, a la eterna morada en penumbra.

Una vida se apaga, como una vela en vigilia perpetua.

Muero al fin, regresando a ti.

Soñar sin sueños pero a tu lado.




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